Sé lo que viste el fin de semana pasado/CCLXXIX



El futuro perfecto (Argentina, 2016), de Nele Wohlatz. Una jovencita china llega a vivir a Buenos Aires, en donde ya vive su familia desde hace tiempo. Como no sabe prácticamente nada de castellano, la acompañamos a sus clases de español y, en la medida que aprende a conjurar los verbos, vemos cómo podría ser su vida futura. Una curiosa docu-ficción conceptual (más ficción que documental en realidad) que resulta más interesante como concepto que como resultado. Eso sí, no deja de tener su encanto, por más que sus escasos 65 minutos de duración se antojan excesivos. Presentada hace unos días en Ambulante 2017. (* 3/4)

Día del atentado (Patriots Day, EU, 2016), de Peter Berg. Un entretenido thriller sobre el atentado terrorista ocurrido en el Maratón de Bostón en abril de 2013. El tercer largometraje de Berg con Wahlberg como protagonista pudo haber sido una auténtica obra mayor, pero por desgracia termina derrapando feo hacia el final, con un monólogo sentimentaloide en boca de Wahlberg -que, por lo demás, está excelente- y un epílogo patriotero de pena ajena. Berg está en camino de convertirse en el digno heredero ideológico del cine de Clint Eastwood si es que aprende que menos es más. Mi crítica en la sección Primera Fila del diario Reforma del viernes pasado. (*1/2)

La morgue (The Autopsy of Jane Doe, EU-GB, 2016), de André Ovredal. El tercer largometraje del noruego ya internacionalizado André Ovredal (alabada Trollhunter/2010 que, mea culpa, no he visto) está ambientada en la morgue del título en español, un negocio familiar ubicado en algún pueblito de Virginia. Ahí, los Tilden, padre e hijo (Brian Cox y Emile Hirsch), reciben el cuerpo de una jovencita desconocida, la Jane Doe del título original, cadáver que fue encontrado en el sótano de una casa, semi-enterrado e intacto. En contraste, hay otros cuatro cuerpos hallados en ese mismo lugar, todos ellos hechos trizas. El misterio que deben resolver los Tilden es saber de qué murió la muchacha (Olwen Kelly) si no tiene una sola herida visible sobre su cuerpo.
La primera parte de la película es la más efectiva: encerrado entre las cuatro paredes del set que funge como el vasto sótano-morgue de los Tilden, Ovredal y su eficaz equipo técnico –diseño de producción de Matt Gant, fotografía de Roman Osin, diseño del maquillaje prostético de Kristyan Mallet- van creando una creciente sensación de inminencia trágica. Sabemos que pronto van a empezar a ocurrir cosas raras y, en efecto, empiezan a suceder.
En la segunda parte, el guion de Ian Goldberg y Richard Naing opta por un desarrollo y una resolución más convencionales, aunque Ovredal se muestra igual de competente en este mucho más conocido terreno. Un eficaz palomazo de fin de semana, no más, no menos. (* 1/2)

Histeria (México, 2016), de Carlos Meléndez. El segundo largometraje del egresado de la New York Film Academy Meléndez (opera prima codirigida con Mauricio Mendoza Afterschool/2014, no vista por mí) es un meritorio thriller urbano que presenta el camino de deshumanización que sigue un buenazo arquitecto godínez, Federico Anduaga (Héctor Kotsifakis impecable), después de que le llenan el buche de piedritas su esposa embarazada (Sharon Zundel), su anciano padre ojete (Fernando Becerril), su abusivo jefe corrupto (Noé Hernández sobreactuándose como norteño), su untuoso asistente transa (Enrique Arreola, siempre bienvenido), un grupo de pandilleros borrachales que no lo dejan dormir y hasta un par de raterillos adolescentes que intentan entrar a su casa o robarle algo de su automóvil.
Aunque le falta la contundencia de su lejano modelo, el thriller histérico gringo Un día de furia (Schumacher, 1993), Meléndez y su actor principal, el confiable Kotsifakis, logran transmitir de manera genuina el acorralamiento moral al que es sometido el "bondadoso" Anduaga que, llegado el momento, tendrá suficiente con tanto abuso, tanta presión, tanta responsabilidad, tanta chinga. 
Si hay algo que cuestionar de la cinta es que el guion, escrito por el propio cineasta en colaboración con Gabriel Reyes, se detiene demasiado en las corruptelas de cierto edificio construido por el desesperado arquitecto, desinflando así algo de la tensión hacia la mitad del filme, además de que la última parte, en la que el protagonista se convierte en una suerte de personaje henekiano salido de El séptimo continente (1989) no me terminó de convencer. De cualquier manera, se trata de una cinta valiosa por el notable manejo de los resortes genéricos por parte de Meléndez. (* 1/2)

Tus padres volverán (Uruguay, 2015), de Pablo Martínez Pessi. El segundo largometraje del documentalista uruguayo Martínez Pessi está centrado en un caso bien conocido en el país sudamericano: en la Navidad de 1983 un grupo de 154 niños y adolescentes entre los 3 y 17 años viajaron desde Europa hacia Montevideo para encontrarse con un país que apenas recordaban o, de plano, ni habían conocido. Todo esos chamacos eran hijos de uruguayos exiliados en Europa por haber sido opositores políticos o de plano guerrilleros, y viajaban de regreso para encontrarse con sus tíos, primos, abuelos.
Martínez Pessi se concentra en seis de estos niños y jóvenes que llegaron a Montevideo en ese célebre avión -Cecilia de 7 años, Salvador de 8, Fernando de 9, Jorge de 17, Marcos de 9, Guzmán de 11- y que ahora, más de 30 años después, confiesan frente a cámara un desconcierto que aún no deja de acompañarlos. ¿Quiénes eran esos niños que volaron hacia una tierra dizque propia pero desconocida? ¿Quiénes son ahora esos hombre y mujeres ya más que maduros? ¿Qué recuerdan de ese re-encuentro con familiares que no conocían, con un país que no era el suyo?
Alguno termina cuestionando a sus viejos padres revolucionarios ("Más revolucionario es proteger a un nene que hacer un túnel para explotar no sabes qué", dice Guzmán), otra de plano (Cecilia) se define a ella misma y a sus compañeros como "rehenes políticos" de sus padres y otros exiliados, otro más confiesa no poder reconciliarse con su terruño ("Uruguay no es un país para mí", dice Marcos) y algún otro (Jorge) dice que, paradójicamente, nunca se sintió más uruguayo que cuando regresó al país. 
Los recuerdos ambivalentes de ese pasado difícil se entrecruzan con un presente que permanece confuso, pues la identidad de estos hijos del exilio nunca se resolvió en su totalidad. Como dice el poema de Benedetti citado al final, he aquí un grupo de hombres y mujeres que vuelven a un exilio que los expulsa. (** 1/2).

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