Riviera Maya 2015: Cachorro/II



Es una desgracia la distribución fílmica en este país. No me refiero a la dificultad para ver osadas cintas experimentales o idiosincráticas películas de autor -para eso está, por ejemplo, el FICUNAM. Me refiero, más bien, a que ni siquiera sólidos filmes de género como Cachorro (Welp, Bélgica, 2014) -programado en la sección Gran Público del Riviera Maya 2015- llegan a verse en las salas de cine comerciales mexicanas, acaso porque tienen el pecado de no ser películas gringas. Y es una pena, porque la opera prima del cineasta flamenco Jonas Govaerts es una vigorosa cinta de horror que merecería ser revisada más allá de este festival.
Una decena de chamacos boy-scouts son llevados a un bosquecillo belga a pasar un fin de semana. Entre ellos, se encuentra Sam (Maurice Luijten), un niño de 12 años que tiene un pasado difícil que nunca se aclara por completo. El guion escrito por el propio cineasta, en colaboración con Roel Mondelaers, deja esto en el aire y mucha otras cosas más. Uno tiene que acusar el descuido en la construcción de los personajes pero también perdonarlo porque el director Govaerts está mucho más interesado en jugar con todos los mecanismos o fórmulas posibles del género (el horror fantástico, el thriller, el psicópata suelto, etc.) que en cualquier otra cosa. Dicho de otra manera: al guionista Govaerts le falta disciplina para construir la historia, pero al director Govaerts le sobra talento para contarla.
El ya mencionado Sam es un imaginativo niño que cree a pie juntillas lo que los dos líderes adultos, el sensato Kris (Titus De Voodgt) y el abusivo Peter (Stef Aerts), le cuentan a todos los chamacos para asustarlos: que en el bosque en el que pasarán este fin de semana vive un niño-lobo llamado Kai que es el responsable de la reciente desaparición de una pareja. Por supuesto, el par de adultos están jugando con la decena de adolescentes -o "cachorros", como se hacen llamar-, pero nosotros ya vimos, en el prólogo, que una mujer ensangrentada estaba siendo perseguida en ese mismo bosque por una figura monstruosa, feral. Así que, acaso, el tal Kai sí existe. 
No voy a abundar en las vueltas de tuerca de la película, algunas de ellas mal desarrolladas. Baste señalar que, en efecto, sí hay algo peligroso en ese bosque, que Sam entra en contacto con él y que en la última parte del filme se desata la violencia y el gore, con todo y escenas gráficas muy bien ejecutadas -no por nada Govaerts ganó, con esta cinta, el premio a Mejor Director en Sitges 2014. De hecho, no me extrañaría que la siguiente película de Govaerts sea producida en Hollywood. 

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