Distrital 2014/I



Hoy inicia, con la exhibición de Encuentros después de la Medianoche (Les rencontres d'après minuit, Francia, 2013) en Cinépolis Diana a las 20 horas, la quinta edición de Distrital, Cine y Otros Mundos, un festival de cine que, más allá del juicio que podamos emitir sobre su programación, se antoja más que necesario tomando en cuenta el dominio de un solo tipo de cine en la cartelera comercial de este país.
Dividido en siete secciones y con un total de 40 cintas programadas -entre largo, cortos y mediometrajes-, Distrital ha apostado, desde el inicio, por un cine distinto y, en este año, esta vocación ha sido aún más clara, pues en la programación domina el cine marginal, en el mejor sentido del término: un cine hecho en los márgenes, distribuido en los márgenes, dirigido a un público que no teme lo ex-céntrico, es decir, a lo que está fuera del centro, del mainstream. 
No quiere decir esto que solo por ser un cine distinto al comercial, el programado en Distrital 2014 es automáticamente superior -como tampoco todos los blockbusters hollywoodenses son necesariamente desechables-, pero sí es cierto que hay un esfuerzo por dotar de pluralidad una cartelera acaparada por las majors americanas. También es cierto que, como suele suceder con este tipo de actividades cinefílicas, la exhibición se circunscribe a la capital del país exclusivamente. Acaso, en un futuro, Distrital podría seguir el camino de su hermano mayor FICUNAM, que ya cuenta con una red de exhibición en varios cineclubes del país.
En cuanto a la cinta inaugural, Encuentros después de la Medianoche, de Yann González, la cinta tuvo su corrida festivalera el año pasado con resultados más bien modestos, aunque un sector de la crítica la anotó entre lo mejor del año -para acabar pronto, Cahiers du Cinéma la colocó en el lugar nueve de su top-10 del 2013
La cinta es un distanciado experimento de clara raigambre teatral en el cual un cuarteto de arquetipos -el Semental, la Estrella, la Puta, el Adolescente- llegan a participar en una orgía con una pareja de jóvenes amantes y su criado travestido. Eso sí, antes de cualquier cosa, hay que conocerse: echarse el trago, platicar, hablar del pasado, de los sueños, de las frustraciones. 
Las huellas de Pasolini, Fassbinder y cierta estética kitsch gay setentera son más que visibles en una película que, debo confesar, no me entusiasmó tanto como a muchos de mis colegas. Acaso se deba que cuando pienso en un cineasta italiano clásico, el primer nombre que me viene a la mente sea Fellini y no Pasolini (ni Antonioni). En todo caso, la cinta vale la pena ser revisada, aunque sea por su desafiante rechazo a los convencionalismos narrativos realistas dominantes en el cine contemporáneo. Ver algo diferente de vez en cuando no le hace daño a nadie. A partir de mañana, haremos aquí una revisión de cada sección de Distrital 2014. Stay tuned.  

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