El cliché que yo ya vi/CVI

 
 
 
Joel Meza propone: 
 
"Ladran los perros, señal que ya llegué, Sancho." En las películas, cuando un matrimonio se divorcia por causas que tienen que ver con el trabajo del esposo ("nunca nos hacías caso ni a mí, ni a mis hijos ni al perro..."), generalmente las esposas tienen el mal tino de elegir como nuevo novio/marido a un tipo que, si bien se ve exitoso económicamente y más estable que el marido original, resulta a todas luces un cretino de primera. Su única cualidad es, al parecer, que siempre está ahí, para no caerle bien a los hijos, ni al público ni, eventualmente... ¡a la esposa!. Así, el Sancho termina por desaparecer sin consecuencias para la familia, que vuelve a estar unida: papá, mamá, hijos y (si hay) perro.
Ejemplos hollywoodenses hay pa' tirar pa'rriba. Van tres a quienes les ha tocado ser el novio odioso: el ex-SNL Kevin Nealon, en Todo lo que quiero para Navidad (1991); el ex-007 Pierce Brosnan en Papá por Siempre (1993) y, tal vez por primera vez, no en una comedia ni en un melodrama, al ex-Melrose Place (OK, OK, admito que lo busqué en la IMDB...) Grant Show, en Posesión Satánica (The Possesion, 2012), le toca ser el Sancho que le cae mal hasta... ¡al chamuco!

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